dissabte, 19 de gener del 2013

EXTRAÑO DIA LLUVIOSO


La lluvia no daba tregua cuando salió de casa temprano para dirigirse al único lugar donde el sufrimiento de su solitaria alma, encontraba paz y tranquilidad. Llovía mucho pero no le importaba, el tiempo nunca había sido un obstáculo para ella: frio, nieve, viento y lluvia, no le molestaban. Eran sus antiguos compañeros quienes siempre convertían sus largas travesías, en aventuras que contar.
 
Así pues acompañada por esa incesante lluvia, inició el largo camino hacia las “montañas de la tranquilidad”.
 
Mientras avanzaba la niebla salió a su encuentro envolviéndola en una espesa capa blanca, cada vez más empapada, sus ropas se adherían a su piel, congelándola. No llevaba nada para cambiarse y sin saber porque la vista de su ojo izquierdo le empezó a fallar.
 
Realmente aquel no era uno de sus mejores días, pero ella, implacable a cualquier efecto de la naturaleza siguió su camino. Llegó hasta un pueblo, quiso refugiarse pero todo estaba cerrado. De repente el frio viento del norte hizo su aparición, ella sabía que con la humedad que llevaba sobre su cuerpo él  se convertiría en su peor enemigo, así que decidió convertir ese agradable paseo en una frenética carrera contra el maligno viento del norte, cuyo gélido aliento era un látigo invisible y descontrolado contra su cuerpo.
 
Sin contar las veces que el viento la derribo, ella siguió su avance. De repente no sentía las piernas, las tocaba pero no las sentía, y cuando sus dedos alcanzaron la piel, en ésta no había tacto. Casi al punto de congelación empezó a pegarse y a frotarse las piernas con las manos con tanta fuerza que sangró. Lloró y gritó, los ojos le ardían de la desesperación, pero sabía que aquella situación aun la haría más fuerte y siguió castigándose.
Las piernas le fallaron y cayó al suelo, llevaba muchas horas con el azote de la lluvia, el frio y el viento y se derrumbó sobre el suelo anegado de agua.
 
Completamente hundida y derrotada, las lágrimas se confundían con los charcos de agua y barro que inundaban el suelo. Durante unos minutos quedó inconsciente, la llama de la vida que iluminaba su oscuro interior se apagó a la espera de la llegada de la Dama Negra de la muerte.
 
Cuando toda esperanza y signo de vida habían desaparecido,  de la espesa capa blanca que envolvía el camino: la niebla, apareció un extraño caballo blanco, quien lentamente y gracias a los suaves golpes de ese animal, ella regresó.
 
Mientras que agua y sudor bañaban su delicada piel,  el temblor se apodero de ella. Como su cuerpo no conseguía mantenerse en pie, el misterioso y bello caballo blanco se sentó junto a ella para ayudarla a montar.
 
Y así, subida a lomos de aquel magnífico animal, desapareció convirtiéndose en leyenda para las gentes del pueblo que nunca la quisieron, olvidar.
 
Liliana Castillo Girona

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