divendres, 6 d’abril del 2012

POVESTEA UNUI VAMPIR: Historia de un vampiro

Entre océanos de tiempo transcurría mi aburrida y solitaria vida, siempre entre tinieblas y oscuridad, buscando a alguien con quien compartir esta hastiada existencia preternatural, una búsqueda inútil, pues más de cuatrocientos años llevaba sin ningún resultado que pudiera, ni que fuera por unos instantes, cambiar esta execrable soledad.
 
 
 
El negro se convirtió en mi color, demasiados años llevaba a mi lado, tantos que ya no recordaba existencia alguna de otros. Los amaneceres también se alejaron, olvidándose que en épocas muy lejanas del pasado, me despertaban con su cegadora luz celestial.
 
 
 
Ahora solo me quedaba el intenso negro de la noche.
 
 
Deseaba que alguien me explicara aquello que yo no podía por más que deseaba recordar, pero cuando me acercaba a estas “criaturas”, se asustaban de mi extraordinaria palidez y mis ojos fieros, abandonándome en esta persistente oscuridad.
 
 
- No, esperad, no me temáis, no os hare daño, solamente quiero. . .  recordar aquello que una vez fui.
 
 
Pero era inútil, amado por unos y temido por otros, siempre excesivamente respetado, seguía solo. La rabia y la furia me consumían por dentro, mi alma cada vez más oscura, odiaba a estas “criaturas”: tan débiles, tan inferiores, tan enfermizas, que deseaba destruirlas.

-¿Quiénes se han creído que son?

El terror y menosprecio que desataba en ellos y el ferviente deseo de bañarme en la luz y el calor del sol me convertían en un ser todavía más monstruoso y aterrador, si me hubiesen entregado tan solo un granito de su calor humano, no me habría regocijado en su sangre. . . - lo siento.

Mi incesante hambre nunca llegaba a su fin, - ¿Por qué?.

Para tranquilizar a mi tan atormentada alma mataba durante toda la noche a cuantos más mejor saboreando el dulce líquido celestial que, bajando por mi garganta calentaba las frías entrañas de este sobrenatural y muerto cuerpo.

A veces cuando me había saciado demasiado, intentaba superar la siguiente noche sin comer, pero los ya olvidados recuerdos me asaltaban sin tregua, apuñalando mi mente y destruyendo la poca esperanza de luz que a veces salía de lo más profundo de mi grotesco ser.

He cruzado todas las épocas de la tierra, he viajado por todos los países del mundo, he leído los libros de todas las bibliotecas actuales y ya desaparecidas, he habitado en castillos, he dormido en los bosques, he cruzado montañas, ríos, mares.

He explorado cada rincón de este precioso mundo y nunca he encontrado nada, solo a mí. Las leyendas no son ciertas, aquel que me convirtió no me dijo la verdad, me engaño y me abandonó. . .  a mi destino, a mi desgracia.
 
 
 
También le busque a él, ese ser, pero no le encontré, se escondía de mi. Mis poderes eran cada vez mayores, podía desplazarme de un lugar de la tierra a otro por más distancia que hubiera, en tan solo. . . unos instantes.
 
 
El planeta se me hacia pequeño y decidí probar suerte volando hasta más allá de las atmosferas terrestres. Durante no se cuanto tiempo, permanecí en el Universo contemplando la esfera azul, hasta que pensé en descubrir otros mundos. Viaje por galaxias, planetas y satélites, pero tampoco encontré nada.

Mi oscura mente me propuso que me destruyera viajando hasta el sol, pues al parecer era el único que me daría paz, me negué. Sufría sí, pero era el ser más poderoso no solo de la tierra sino del Universo. Tenía el poder del conocimiento, por no hablar de los físicos y mentales, dejando a las demás criaturas infinitamente inferiores a mí.
 
 
Llegó un momento que la soledad fue tan insoportable que cambié: el “matar” por el “convertir”, pero solo unos cuantos, no podía permitir quedarme sin alimento, sin ganado humano.
 
 
Tras más de cuatrocientos años de búsqueda había llegado el momento, seleccione bien a la víctima, le arranque la yugular, y antes que muriera bebió mi sangre, naciendo a una nueva vida. . . “la mía”.


Liliana Castillo Girona

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