Príncipe, el gran caballo negro del tiempo me acerca a ti galopando
contra el viento. Pronto tu maldita naturaleza encontrará mi más que extraña
alma, pues no soy muy distinta a ti. Nacida del frio y de la tormenta, de la
oscuridad y la rareza, envuelta siempre en mundos mágicos de brujas, niebla y
lobos, cabalgo hacia ti.
Oscuros pensamientos y secretos alberga mi desgraciada y solitaria
alma, siempre desesperada, triste y a veces despiadada, pero no puedo hacer
nada. El secreto que tan celosamente guardaba mi familia ahora reside en mí. Un
secreto, una carga de la que no puedo prescindir.
La gente me mira, habla conmigo pero solo les puedo permitir un rato. Algunos
quieren cruzar el límite de mi mente, pero no lo puedo permitir, si lo hiciera,
la locura les llevaría a la muerte.
Desearía ser normal, ser como ellos, poder formar una familia de la
cual sentirme orgullosa, pero mi maldita naturaleza no abre su puerta y siempre
entre sombríos bosques de licántropos me escondo de ellos.
Soy como tu Príncipe, y aunque el sufrimiento me impida incluso
llorar, orgullosa estoy de ello.
Hace tiempo que renuncié al amor humano para reinar excelsa cuando
llegue el momento, junto a ti.
Tuyo fue el poder de los vientos, el de la
tormenta y el de todas las bestias de la tierra y dentro de poco volverá a ser,
porque cruzando océanos de tiempo te elevaras de nuevo sobre un mundo lleno de
humanos, que no merecen vivir y así. . . tuyo volverá a ser el rojo fluido de
la vida que tanto anhelas, volver a sentir.
Liliana Castillo Girona
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