A través de océanos de tiempo tu alma siempre eterna, siempre errante,
viaja hacia mí. Entre los pedacitos de muerte que son los sueños, me llamas. Oigo
tu voz lejana como susurros que intentan formar palabras, pero por más que los escucho
no los comprendo y solo incomprensibles ruidos llegan a mis humanos oídos.
Acércate más Príncipe, no te temo, pues tu sangre salvaje corre y golpea
con furia las paredes de mis venas, un oscuro secreto que siempre ha vivido
oculto en los rincones más escondidos de mi ser. Parte de ti vive desde siempre
en mí permaneciendo oculta en una época y una sociedad que no han querido, ni
siquiera han intentado comprenderme, así sobrevivo.
Tú que gobiernas los vientos, Tú que tienes el poder de la tormenta y Tú
que reinas sobre todas las bestias de la Tierra, me llamas. Sé que con tan solo
una sola gota de mi sangre renacerías. Dime donde te ocultas e iré a
despertarte.
Corriendo siempre entre bosques ibas y ahora entre sombras permaneces.
Tantas veces me has llamado aunque no te haya entendido que por más que
quisiera evitarlo me obligo a correr hacia ti. Pronto viajaré a la tierra que
te vio nacer, a la tierra que castigaste sin piedad con tu fuerza, rabia y fiereza.
Sembraste el terror en ella sin detenerte y nunca sin mirar atrás: mataste,
descuartizaste, quemaste.
Fuiste respetado, amado y temido por esta tierra que te sufrió y que guarda
desde aquellos remotos tiempos tu gran poder en lo más hondo de sus entrañas esperando
su anhelado resurgir.
El momento está cerca Príncipe, pronto te encontraré, pronto sentiré tu
aire, tu tierra y tu agua, y entre las piedras de tu destruido castillo,
permaneceré, hasta que la sangre que esperas, de nuevo te haga renacer.
Descendiente tuya soy, ahora y por siempre jamás, entre océanos de
tiempo mi alma junto a la tuya viajarán.
Liliana Castillo Girona
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